Fuente con videos: PRIMERA HORA
Es un objeto que nunca pasa de moda. Su redondez, sus líneas negras y finas seducen a cualquier ojo. Pero la magia de este objeto no estriba sólo en lo que se ve, sino en lo que se escucha.
El disco de vinilo podría parecer para muchos un artículo obsoleto en plena era digital donde la música se descarga, se baja, se linkea/liquea y se reproduce con un par de teclas. Pero desde hace un lustro es cada vez más común que grupos de música independiente regresen a este formato musical, primordialmente, por la calidad sonora.
En Estados Unidos y Europa ha habido una tendencia hacia el vinilo en los pasados años –especialmente entre artistas de la escena independiente-, provocando que las ventas de este artículo hayan incrementado. La compañía de medición Nielsen SoundScan y el informe anual de la revista Billboard, destacó que el año pasado las ventas de vinilo en Estados Unidos aumentaron un 14 por ciento en comparación con el 2009, año en el que se vendieron 2.5 millones de discos en este formato.
En Puerto Rico, varias bandas han optado por regresar al vinilo en búsqueda de entrar a otros mercados musicales, así como para lograr una calidad sonora más robusta, que todavía el formato digital no ha podido superar.
Grupos puertorriqueños de la escena indie, como Dávila 666, Tropiezo, Cornucopia, Campo Formio, entre otros, han apostado por el vinilo para presentar sus últimos trabajos sonoros. Para muchas de estas agrupaciones esta movida no les genera mayores ganancias económicas, pero les otorga ganar nuevos fanáticos y complacer a los ya seguidores, siempre ávidos de nuevas propuestas en este formato.
“La gente ya no le hace caso a los cedés porque es un formato que no le tripea mucho a los amantes de la música que nosotros hacemos. Ellos prefieren tener un disco (de vinilo) de coleccionista porque realmente se oye mejor y se mantiene la fidelidad del sonido”, expresó José Ibáñez, manejador de la distribuidora Discos de Hoy e integrante de los grupos Tropiezo y la Orquesta el Macabeo.
Ibáñez agregó que en Puerto Rico no son muchas las agrupaciones y artistas que optan por el vinilo principalmente por los costos, ya que la reproducción es mucho más costosa que la de los cedés.
“Cada disco, de siete pulgadas, por ejemplo, te puede salir en $4, versus un cedé que te puede salir en 75 centavos”, señaló el músico, quien destacó que muchas bandas invierten en este formato porque les ofrece una oportunidad de dar a conocer sus trabajos en otros mercados donde se consume el vinilo, como es el caso de varios países europeos y en Estados Unidos. Ibáñez aseguró que recibe correos electrónicos de gente de Rumanía y de otros países, en su mayoría europeos, pidiéndole discos de bandas de la Isla que conocen a través de la Internet.
En Puerto Rico, manifestó el músico, se está observando un interés mayor por parte del público hacia los discos de pasta, pero dijo que todavía se centra en grupos muy pequeños y específicos.
“Es como una moda que hay de irse retro, under, y a nosotros nos conviene porque nos gusta trabajar este formato y si podemos venderlos aquí, pues mucho mejor”, indicó.
No es nostalgia
Que el vinilo esté de vuelta no es una mirada nostálgica a que tiempos pasados fueron mejores, ni nada por el estilo, según opinó Jorge Castro, integrante de los grupos Cornucopia y Superaquello.
“No se trata de nostalgia; yo creo que es más una cosa subversiva de irse a la contraria, aparte de que creo que la música digital ha quitado un elemento importante, para mí, en la música que es el objeto físico”, precisó Jorge Castro.
El músico destacó que algo esencial del vinilo es el arte de la carátula, la cual atrapa primero al ojo que al oído. También señaló que en esta época del shuffle es raro que una persona escuche un disco completo, y que el vinilo logra capturar al escucha para que disfrute de una experiencia sonora de principio a fin.
“Cuando produzco un disco prefiero que se escuche completo porque lo creo como un todo y en ese sentido el vinilo me ofrece esa ventaja”, dijo Jorge Castro, quien ha grabado varios discos de siete y doce pulgadas del proyecto de música experimental Cornucopia.
Castro, por otro lado, precisó que el trabajar en formato análogo, no es negar la importancia de lo digital.
“Es una necesidad estar también en digital porque no todo el mundo tiene un tocadiscos en su casa. Yo creo que el vinilo es una cuestión del audiófilo y no del comprador”, precisó el músico.
Inclusión, no exclusión
Alfredo Richner, editor del blog de música alternativa Puerto Rico Indie, comparte con Jorge Castro la visión de que grabar en vinilo no representa la exclusión de otros formatos musicales, sino todo lo contrario.
“Creo que se debe reconocer que hay tecnologías que no están obsoletas, sino que responden a diferentes tipos de conveniencia o preferencia, así que, para mí, que la música no esté en un formato, no tiene sentido, si hoy puede estar en todos”, expresó Richner. El también colaborador del blog GlobalVoices manifestó que otra de las ventajas del vinilo es que “solidifica la relación entre el fanático y el artista” al crear un material exclusivo que sólo se puede obtener mediante el objeto.
Y es que la mayoría de los artistas que graban en vinilo realizan piezas musicales que no se consiguen digitalmente para darle un valor añadido al disco.
“Estos artistas lo que están haciendo es concentrarse en esa relación directa con el fan, en vez de pensar en llegar a las masas”, opinó el escritor, quien entiende que las bandas locales que optan por los discos de pasta reafirman su “compromiso con la autogestión y el movimiento indie”.